martes, 6 de mayo de 2008

Párate de ahí

Un día cualquiera a las 5 y pico de la tarde en el Metro de Caracas. El vagón, para variar, súper llenísimo. Apenas si queda espacio para moverse.

Vengo sentado de lo más cómodo y hablando con mi novia. No voy prestando atención a la gente que está de pie frente a nosotros. Sólo vengo concentrado en lo que estamos hablando.

De pronto una tipa que va parada me dice: "Dale tu puesto a la muchacha que está embarazada".

Yo en un segundo entendí la escena entera. Todas las miradas estaban dirigidas hacia mí: yo, un tipo joven de 31. La muchacha en cuestión, embarazada y no más de 25.

Siento la presión en las miradas que parecen preguntarme si no me voy a levantar. Si soy un maleducado incapaz de ceder el puesto a quien, aparentemente, lo necesita más que yo.

Se libra un dilema moral en mi cabeza. Me pregunto si me tengo que levantar o no. Considero si debo decir que vengo cansado y que, óigase bien, yo también tengo derecho a ir sentado. No estoy ocupando un puesto de los azules, de uso preferencial, y por lo tanto nada me obliga, salvo un principio moral, a dar mi puesto.

Todo eso en cuestión de un segundo.

Resultado: termino poniéndome de pie y digo: "Si quiere se puede sentar". La muchacha ocupa mi puesto y hasta ahí llega todo...

Aparentemente..

Quiero comentar brevemente sobre la costumbre de ceder el puesto. Para nadie es secreto que es bien visto eso de pararse y darle el asiento a un@ viejit@, a un@ discapacitad@ o a una muchacha en estado. Eso se lo dicen a uno en la escuela. Viene la maestra y repite la letanía: "Es de buena educación ceder el puesto a los que más lo necesitan" "Sean buenos ciudadados; no boten basura en las calles y dénles su puesto a las viejitas". Entonces el chamito sale de clase esperando demostrar lo educado que es a la primera oportunidad que se le presente.

Nuestro heróico chamito se sube a un autobús y, apenas se sube una octogenaria, salta del puesto y se lo da. A todos se les ilumina la cara en signo de aprobación. "Qué buen ciudadano". "Qué chamito tan educado", etc etc etc...

Yo siempre cedo mi puesto. Pero, ojo, siempre que me provoca. Y creo que éste es el punto importante del asunto.

Como ya dije no hay ley ninguna que me obligue a mí a pararme y a darle mi puesto a nadie. A no ser que esté en uno de los puestos de uso preferencial del Metro. Pero eso es otro cosa. No hay ningún artículo de ninguna ley que diga:

"REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA EL TRANSPORTE
LEY SOBRE EL USO DE CARRITOS, METROBUS, BICICLETAS, AUTOBUSES, PATINETAS Y DEMÁS MEDIOS DE TRANSPORTE QUE A USTED SE LE OCURRAN

Artículo 24: Si Ud. va en un carrito y se monta una persona que necesite el asiento más que Ud., levántese del mismo y déselo. Si continúa ocupando el mismo, lo mismo será comunicado a las autoridades mismas y Ud. será retirado físicamente del medio de transporte mismo, no pudiendo ingresar más al mismo.

Ejecútese"

Lo que nos impulsa a pararnos es un principio moral. Si yo, que soy más joven y que por ende debo tener más resistencia física, vengo sentado y veo a un@ viejit@ o a una tipa en estado, debo asumir que lo correcto moralmente, y por un puro sentido de la buena educación, es que me levante y sea amable, un buen ciudadano, un buen cristiano, etc... y diga: "Síentese X".

Eso está muy bien. No quiero discutir que no hay que levantarse. Porque, ojo, I ain´t no son of a bitch.

Pero, lo que sí creo, es que los demás tienen que entender que levantarme o no es una decisión que sólo puedo tomar yo.

Yo, que momentáneamente ocupo un puesto, tengo la potestad de decidir si me paro o no. Yo puedo estar cansado, agotado, enfermo, con un clavo en la pierna, deprimido, ladillado, y un largo etcétera... es decir, se me ocurren miles de razones por las que yo puedo sencillamente NO querer levantarme.

Yo quiero que alguien me diga si mi cansancio tiene menos valor que el de los demás. Éste es el punto.

Suena como si hubiera gente que considera que no te puedes quedar sentado, bajo ningún concepto, si entra un@ viejit@ o discapacitado. Si es así están muy equivocados.
Claro, entiendo que sonaría feo esgrimir argumentos como: "Estoy cansado" para negarse a dar el puesto. Pero eso es factible...

A mí más feo me parece la actitud de la tipita que me dijo, mejor dicho, que casi me ordenó que me levantara. O sea, si ella me hubiera dicho algo así como: "Oye, vale. Por qué no le das tu puesto a ella que va embarazada?" o "Te importaría cederle tu puesto a ella que está embarazada?" o algo así... No sé. De alguna forma amable que me haga ver que es moralmente necesario levantarme, entonces yo no me estaría quejando. Lo que sí me molestó, y de otra forma no puede ser, es su falta de respeto.

Ella no tiene porqué decirme a mí nada. Está pasando por encima de mi derecho a ocupar un puesto por el que yo pagué un boleto. Yo no sé si me estoy equivocando o no, pero yo también tengo derechos.

Lo contrario pasa con los puestos azules. Ahí dice muy claramente que son de uso preferencial. O sea, si tú vas sentado, y se monta un@ discapacitad@ estás obligado por las normas de Metro a levantarte en el acto. Pero eso es otra cosa.

Yo he visto, muchas veces, que viene el operador del Metro y levanta al abusador de turno. Bien hecho. No tienes porqué ocupar ese puesto cuando alguien lo necesita más que tú.

Pero mi caso es distinto.

Yo seguiré dando el puesto cuando me plazca. Cuando me provoque. Tengo los mismos derechos que los demás y los hago respetar.

Si no quiero no me paro, y punto. Nadie está por encima de mis derechos. Sólo Dios.

1 comentario:

Yanette dijo...

¡Te quedó muy bueno lo del artículo, mi vida! ¡Ja, ja, ja!