lunes, 14 de abril de 2008

Luca Brasi duerme con los peces y yo no lo sabía...


Luca Brasi. Ése nombre se ha convertido en materia de obsesión en mi turbulenta cabeza. Cierro los ojos y lo escucho retumbar en los laberintos en los que se esconden mis más profundos temores. Luca Brasi. La sola mención del siciliano que duerme con los peces me hace fantasear con los oscuros secretos que se ocultan detrás de su fría mirada despiadada. Veo su faccia e intuyo un pasado oscuro y violento. Las facciones de su rostro me narran los pecados de un hombre que murió víctima de la misma cruenta violencia que alimentaba su existencia. Luca Brasi. Son pocas las palabras que le oigo decir. Son pocas las veces en que se ofrece a mis ojos. Pero me bastan para saber que no hay mayor crueldad en el mundo. Me bastan para saber que la maldad y la perversión tienen nombre de hombre. Luca Brasi.
Fiel a mi costumbre de llegar tarde a todas partes, al menos en lo que a cine se refiere, han pasado más de 26 años antes de que yo me enterara de que Luca Brasi duerme con los peces. Esta hermosa historia de violencia siempre estuvo ahí. Al alcance de mi mano. Y yo, para variar, no lo sabía. El Padrino. La melodía tampoco me abandona y no dejo de sentarme en mi cama, guitarra en mano, para tocarla una y otra vez. El Padrino. Creo que para mí hay un antes y un después luego de ver esta obra maestra del cine. El Padrino. Quien no la ha visto no está completo. Cualquiera que se precie de ser amante del "séptimo arte" está en la obligación de ver esta película una y otra vez, de saborearla, digerirla, degustarla, amarla, hacerle el amor, soñar con ella...
Yo me pregunto cómo no emocionarse al ver al Padrino recibir a Bonasera y concederle un favor de amigo fiel. Me pregunto cómo no sentir el dolor de Michael Corleone al ver a Apollonia volar por los aires. Me pregunto cómo no sentir un sádico placer al ver a Sonny Corleone casi matar a golpes a Carlo Rizzi. Es casi imposible no sentir un placer morboso al saber lo que aguarda a Woltz en su lecho. El Padrino es una joya. No hay palabras para describirlo.
Desde la escena con Bonasera hasta la cara de Kay Adams mientras la puerta a la oficina de Michael se cierra ante sus ojos esta película es un orgasmo fílmico.
Pero hay algo que me duele... habían pasado tantos años... y yo perdido en otro mundo. Quiero saber porqué nadie me lo dijo. Quiero saber cómo ninguno de mis amigos toco a mi puerta para darme la noticia.
Luca Brasi dorme coi pesci ed io non lo sapevo...

1 comentario:

alberto ponce dijo...

yo la vengo viendo desde el año 1975 por lo menos cinco veces por año , es una joya irrepetible...llegue a verla por primera vez en Santiago de Chile en el teatro Huerfanos y llegue tarde..cuando ya Vito Corleone bailaba con Connie en la boda, es decir que me perdi lo de Bonasera, lo de Luca Brazi, la llegada de Michael y tambien lo de Jhonnie Fontaine...pero he recuperado ese tiempo con creses....no me canso de mirar la actuacion de Branzo cuando le sacude la pelusa del pantalon a Sollozo y le rellena la copa de "anizato" (seguramente)...cuando voy a New York me es inevitrable asociar las escenas a pesar de los años....