Yo sabía que dentro del metal había varios estilos y grupos representativos. Sabía que había una cosa llamada thrash metal, heavy metal, grindcore, death metal, power metal… etc… Y no lo sabía porque yo fuera arrecho y genial, sino porque me iba a Recordland, cuando para algo servía, y a la tienda de Sabana Grande, a “investigar” y a “aprender”. O sea… yo sólo oía en esa época muy poquitos grupos. Sólo conocía Metallica, el disco negro, y Guns n’ Roses. Sí... no se rían. Sé que eso no es nada. Pero yo estaba empezando. Y lo importante es que quería más. Como dije antes, ya se había sembrado la semilla del metal en mí y no tenía vuelta atrás. Todo era cuestión de tiempo. Entonces, como iba diciendo, iba a esas tiendas con mi dinero y preguntaba qué me podía comprar. Preguntaba a los entendidos, léase cualquier rockero de turno que anduviera por ahí, qué podía oír y qué grupos eran “cabilla”. Yo sabía que los grupos apreciados por los entendidos eran los que tocaban matraca pura. Esos que no tocan más rápido porque no pueden… Eh… creo que necesito explicar brevemente una cosa. ¿Por qué seguía los consejos de los entendidos? Pues por una sencilla razón. Yo quería ser más y más metalero. Y me quería dejar guiar por los demás, por los que ya supieran. No quería comprar cualquier cosa. Quería escuchar los grupos básicos y los discos que cualquier metalero debe tener. Yo sabía que para un metalero, al menos durante una época de su vida, existe una regla o principio universal que reza así La velocidad a la que toca el grupo es directamente proporcional a su calidad o A mayor matraca más calidad. Es decir, mientras más cabilla sea el grupo… tanto mejor. ¿Qué significa cabilla? Bueno, un metalero lo sabe. Pero intento explicarlo para los no entendidos. Cabilla significa ser pesado. Y para un metalero, muchas veces, mientras más pesada es la banda, tanto mejor. Lo digo porque todos los metaleros se han sentido así alguna vez. Claro, yo hoy en día aprecio a ACDC, y sé que son muy buenos, a pesar de ser lentos y para nada matraqueros. Pero hubo una época, cuando yo lo que quería era la matraca despiadada, la cabilla en su máxima expresión, en que no habría soportado ACDC ni en pintura… pero eso lo explicaré en su momento.
Entonces yo venía y me compraba el disco que me recomendaban. Yo me quedaba impresionado con las portadas y los nombres de los discos. Nombres como Sepultura, Cannibal Corpse, Slayer, Napalm Death, Obituary, Bolt Thrower, etc… y las portadas horripilantes, como las de Butchered at birth y Reign in Blood, quedaban profundamente grabadas en mi mente y me hacían irme a mi casa con cara de: “Verga… ésa vaina debe ser arrechísima”. Pero yo sabía, y éste es un punto importante, que tenía que acostumbrar mis oídos poco a poco. O sea… quien viene de oír los Beatles no puede pretender escuchar Cannibal Corpse de un día para otro y entender la música. Sencillamente no se puede. No puedes pasar de la voz melodiosa de John y Paul, a los gruñidos de ultratumba de Cannibal Corpse. Te vuelves loco. Por eso yo pedía consejo para ir habituando a mis tímpanos a todo eso. O sea… yo entendía que para llegar a oír Napalm Death tenía que pasar por Anthrax y Metallica. Que para poder “entender” cualquier grupo de death metal tenía que haber oído los clásicos. Ahora cuando lo pienso me da risa, pero así lo veía yo. En ésa época. (hahaha) para mí un rockero arrecho era uno que oyera Sepultura. O sea… si oías Sepultura para mí estabas “graduado” de metalero. En mi cerebro era impresionante que un grupo se llamara Sepultura. Yo no entendía cómo una banda se podía llamar así, ni mucho menos imaginaba cómo podía sonar. Pero primero, antes de oírlos, o cualquier otro grupo de metal cabilla cabilla, debía oír bandas que tocaran menos rápido, o no tan pesado. Para acostumbrarme. Para más nada. Por eso yo iba y compraba lo que me recomendaran; para así ir “pasando de grado” en el mundo del metal. Entonces, con el paso del tiempo, fui conociendo Iron Maiden, Metallica, Megadeth, Anthrax y ACDC.
Continuará…
Entonces yo venía y me compraba el disco que me recomendaban. Yo me quedaba impresionado con las portadas y los nombres de los discos. Nombres como Sepultura, Cannibal Corpse, Slayer, Napalm Death, Obituary, Bolt Thrower, etc… y las portadas horripilantes, como las de Butchered at birth y Reign in Blood, quedaban profundamente grabadas en mi mente y me hacían irme a mi casa con cara de: “Verga… ésa vaina debe ser arrechísima”. Pero yo sabía, y éste es un punto importante, que tenía que acostumbrar mis oídos poco a poco. O sea… quien viene de oír los Beatles no puede pretender escuchar Cannibal Corpse de un día para otro y entender la música. Sencillamente no se puede. No puedes pasar de la voz melodiosa de John y Paul, a los gruñidos de ultratumba de Cannibal Corpse. Te vuelves loco. Por eso yo pedía consejo para ir habituando a mis tímpanos a todo eso. O sea… yo entendía que para llegar a oír Napalm Death tenía que pasar por Anthrax y Metallica. Que para poder “entender” cualquier grupo de death metal tenía que haber oído los clásicos. Ahora cuando lo pienso me da risa, pero así lo veía yo. En ésa época. (hahaha) para mí un rockero arrecho era uno que oyera Sepultura. O sea… si oías Sepultura para mí estabas “graduado” de metalero. En mi cerebro era impresionante que un grupo se llamara Sepultura. Yo no entendía cómo una banda se podía llamar así, ni mucho menos imaginaba cómo podía sonar. Pero primero, antes de oírlos, o cualquier otro grupo de metal cabilla cabilla, debía oír bandas que tocaran menos rápido, o no tan pesado. Para acostumbrarme. Para más nada. Por eso yo iba y compraba lo que me recomendaran; para así ir “pasando de grado” en el mundo del metal. Entonces, con el paso del tiempo, fui conociendo Iron Maiden, Metallica, Megadeth, Anthrax y ACDC.
Continuará…