Elizabeth Bathory nació en Hungría en 1560, aproximadamente 100 años después de la muerte de Vlad El Empalador. Uno de sus ancestros, el príncipe Steven Bathory, fue incluso oficial en el ejército de Vlad en el año 1546, y lo ayudó a recuperar el trono de Wallachia.
Para la época en que nació Elizabeth, sus padres, George y Anna Bathory, pertenecían a una de las familias más antiguas y adineradas del país. Su primo era Primer Ministro de Hungría, uno de sus parientes ocupaba el cargo de Cardenal y su tío Stephan llegó más tarde a ocupar el trono de Polonia.
Pero en la familia Bathory, que disfrutaba de fama y riquezas, también había algunos personajes muy extraños. Uno de los tíos de Elizabeth era conocido por ser adorador de Satanás, mientras que otros de sus parientes sufrían de demencia y eran pervertidos.
En la primavera de 1575, cuando Elizabeth contaba con 15 años, contrajo nupcias con el Conde Ferencz Nadasdy, quien a la sazón tenía 25 años. El Conde agregó el apellido de su joven esposa al suyo, para que Elizabeth pudiera conservar el nombre de su familia. Después de la boda la pareja se mudó al castillo Csejthe, una fortaleza en la cima de una montaña, desde la que se divisaba una aldea del mismo nombre, ubicada en el noreste de Hungría.
El Conde Ferencz pasaba mucho tiempo fuera de casa, luchando en la mayoría de las veces contra los ejércitos turcos. Era un soldado muy valiente en el campo de batalla, y más tarde su reputación le valió ser conocido como el Héroe Negro de Hungría.
Durante los 25 años que duró su matrimonio, el Conde Ferencz dedicaba cada vez más tiempo a su pasión por la guerra, y Elizabeth solía quedarse la mayoría de las veces sola en el castillo. Para matar el tiempo, además de dedicar interminables horas a admirar su belleza en el espejo, la joven condesa se entregaba a un amante tras otro. Incluso una vez llegó a huir con uno. Pero poco después regresó al castillo y el conde perdonó su infidelidad.
Otro pasatiempo de Elizabeth consistía en visitar a su tía, la Condesa Klara Bathory, quien no escondía su bisexualidad. Cuenta la leyenda que Elizabeth se entregaba con su tía a los placeres de la carne, ya que solía pasar mucho tiempo en su propiedad de las montañas.
Durante esa misma época Elizabeth comenzó a desarrollar un marcado interés por lo oculto. Una vieja doncella llamada Dorothea Szentes, quien era una consumada bruja, guió sus primeros pasos en la brujería y la magia negra. Con el paso de los años, Dorka llegaría a ser ayudante y mentora de Elizabeth Bathory, al alentar su tendencia sádica a la tortura. Junto a Dorka, Elizabeth empezó a torturar a sus sirvientas en una cámara subterránea del castillo.
Entre otros de las ayudantes de la Condesa Bathory se encontraban su antigua enfermera Iloona Joo, su sirviente Johannes Ujvary y una doncella llamada Anna Dárvula, quien según la leyenda era además amante de Elizabeth.
Con la ciega y devota colaboración de sus ayudantes, Elizabeth Bathory transformó el castillo Csejthe en sinónimo de la más pura maldad. Siempre encontraba excusas para castigar y torturar a sus jovenes doncellas. Prefería, por ejemplo, desnudar a las víctimas y luego darle de latigazos sobre el pecho y no sobre la espalda, ya que así aumentaba el daño ocasionado por su ira y el látigo. Otra de sus torturas favoritas consistía en insertar clavos en áreas sensibles del cuerpo de las doncellas, e incluso debajo de las uñas.
Pero no fue sino hasta la muerte del Conde Ferencz en 1600 que comezó el verdadero período de terror. Poco después del funeral de su esposo, Elizabeth expulsó del castillo a su odiada suegra. Eso le permitió, entre otras cosas, entregarse de llenó a una costumbre que descubrió con el tiempo y que era un secreto para casi todos. Una costumbre que le daría con el paso de los siglos el apodo de la Condesa Sangríenta de Hungría.
Continuará...
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